jueves, 7 de julio de 2011

EN MEMORIA DE BALDOMERO
FERNÁNDEZ MORENO




Hoy, hace sesenta y un años, moría en Buenos Aires Fernández Moreno (Baldomero, el nombre por el que se lo menciona afectuosamente, a él no le gustaba y lo omitía en sus primeras publicaciones). Una multitud siguió el cortejo con sus restos, y era muy justo, porque todos leían y se encontraban en su poesía. (¿A qué poeta, podemos preguntarnos, acompañaría ahora alguna multitud argentina?). Lo recuerdo aquí con algunos datos de sus días y sus libros, más un puñado de versos de su vasta obra, que increíblemente ─¿increíblemente?─ todavía no ha sido reunida en un tomo completo. Debo decir en fin, a modo de disculpa, que la elección de los textos esta noche no me ha sido fácil: mientras hojeaba esas páginas tantas veces leídas, que ya llevo en la memoria, cada poema era un renovado hallazgo, todo me parecía imprescindible.


 
VIDA: Baldomero Fernández Moreno nació en Buenos Aires el 15 de noviembre de 1886. Hijo de inmigrantes españoles, en 1892 la familia se trasladó de regreso a España, al caserío Bárcena de Cícero (Santander), donde vivió hasta 1897, año en que se produjo el retorno a Buenos Aires. Esos años en la “aldea española” serán decisivos en la formación de la sensibilidad y el lenguaje castizo del futuro poeta. En la capital argentina Baldomero Fernández Moreno completó su bachillerato y realizó estudios de Medicina. Trabajó como médico en Chascomús y otros pueblos de la provincia de Buenos Aires. Se casó con Dalmira del Carmen López Osornio, la “Negrita” de sus versos, con quien tuvo cinco hijos: César, Dalmira, Clara, Manrique y Ariel. En 1924 abandonó definitivamente el ejercicio de la medicina y la provincia bonaerense; se trasladó a la ciudad de Buenos Aires, donde se ganará la vida como profesor secundario y se dedicará de lleno a la poesía. Todos los hechos y circunstancias de su existencia tuvieron un eco explícito en sus obras. En sus últimos años tuvo dos períodos depresivos, vinculados originariamente con la muerte de su hijo menor, Ariel, a los diez años de edad. Recibió importantes premios, tales como el Premio Municipal y el Premio Nacional de Poesía, y formó parte de la Academia Argentina de Letras. Falleció el 7 de julio de 1950.

OBRA POÉTICA: Las Iniciales del Misal (1915), Intermedio provinciano (1916), Ciudad (1917), Por e1 amor y por ella (1918), Campo argentino (1919), Versos de Negrita (1920), Nuevos poemas: Ciudad; Intermedio provinciano; Campo argentino (1922), Mil novecientos veintidós (1922), Cantos de amor, de luz, de agua (1922), El hogar en e1 campo (1923), Aldea española (1925), El hijo (1926), Poesía (1928), Décimas (1928), Último cofre de Negrita (1929), Sonetos (1929), Cuadernillos de verano. Córdoba y sus sierras, Mar del Plata, Montevideo (1931), Dos Poemas: La tertulia de los viernes; Epístola de un verano (1935), Romances (1936), Seguidillas (1936), Continuación (1938), Yo, médico; yo, catedrático (1941), Buenos Aires: Ciudad, pueblo, campo (1941), San José de Flores (1943), Viaje del Tucumán (1949, Parva (1949), Antología poética (1941, tendrá sucesivas ediciones aumentadas y corregidas), Suplementos (1950), Penumbra. Libro de Marcela (1951), Elegía de Alondra. Poemas inéditos (1998).

PROSA: Guía caprichosa de Buenos Aires (1979), Quiosco (1995).

AUTOBIOGRAFÍA: Vida y desaparición de un médico (1935) y La patria desconocida (1943), publicados luego con el título de Vida. Memorias de Fernández Moreno (1957).

AFORISMOS: La mariposa y la viga: Aire aforístico, Aire confidencial (1947).



Algunos poemas




POETA


Un hombre que camina por el campo,
y ve extendido, entre dos troncos verdes,
un hilillo de araña blanquecino
balanceándose un poco al aire leve.

Y levanta el bastón para romperlo,
y ya lo va a romper, y se detiene.


(De Continuación, 1938)


*


LA CALLE


La calle, amigo mío, es vestida sirena
que tiene luz, perfume, ondulación y canto.
Vagando por las calles uno olvida su pena,
yo te lo digo que he vagado tanto.

Te deslizas por ellas entre el mar de la gente,
casi ni la molestia tienes de caminar,
eres como una hoja marchita, indiferente,
que corre o que no corre como quiera ese mar.

Y al fin todas las cosas las ves como soñando:
el hombre, la mujer, el coche, la arboleda.
El mundo, en torbellino, pasa como rodando.
Tú mismo no eres más que otra cosa que rueda.


(De Ciudad, 1917)


*


VIEJO CAFÉ TORTONI


A pesar de la lluvia yo he salido
a tomar un café. Estoy sentado
bajo el toldo tirante y empapado
de este viejo Tortoni conocido.

¡Cuántas veces, oh padre, habrás venido
de tu graves negocios fatigado,
a fumar un habano perfumado
y a jugar el tresillo consabido!

Melancólico, pobre, descubierto,
tu hijo te repite, padre muerto.
Suena la lluvia, núblanse mis ojos,

sale del subterráneo alguna gente,
pregona diarios una voz doliente,
ruedan los grandes autobuses rojos.


(De Sonetos, 1929)


*


CUARTO


Contento estoy con este cuarto humilde
de ventana a la calle y puerta al patio.
Acabo de almorzar, en él me encierro
Y en su cama me tiro largo a largo.

El campo duerme y hay silencio en casa,
tal vez chilla un molino o canta un gallo.
Mi cuarto fresco está y envuelto en sombras,
dejo tan sólo entrar un débil rayo.

Doblo la almohada, mi costumbre vieja,
echo mano al estante, un libro bajo:
Berceo, o Ruiz, o Rojas, o Cervantes,
fluyen, para mí solo, largo rato.

Cáeseme el libro, descabezo un sueño,
se abre una puerta, suenan unos pasos,
y una mujer morena se aparece
con un mate dorado en una mano.


(De Poesía, 1928)


*


A CÉSAR, DE DIEZ AÑOS


De veras que no sé qué hacer contigo,
oh César, hasta ayer blanda pelusa.
Llena de rebelión está tu blusa,
y aunque no quieras ya eres mi enemigo.

Alzo la voz, levanto el dedo y digo
esto y lo otro, en fin, lo que se usa...
¡Si hasta te inspira ya contraria musa
y, a tu padre, prefieres a tu amigo!

En medio del hogar roja amapola,
sangre argentina y gala y española,
no seré yo quien tire de tu brida.

Sencillamente me pondré a tu lado,
te enseñaré a ser limpio y ordenado,
y lo demás te lo dará la vida.


(De Sonetos, 1929)


*


AL PARQUE LEZAMA


He ido a ver el parque de Lezama
en el atardecer de un día cualquiera,
y me he encontrado uno diferente
al que por tantos años conociera.

Era aquél un jardín ya carcomido
por lloviznas y líquenes y amores,
flexuoso de raíces y de lianas
y envenenado por extrañas flores.

Contraluces de manos vagarosas
de caricias visibles o furtivas.
Generaciones, ¡ay!, que en él buscaron
frondas podridas para bocas vivas.

Cuando la noche lo llenaba todo
y cuajaban en ella las parejas,
erguidos en recónditos senderos
o desmayadas en las altas rejas.

No está siquiera aquel jarrón de bronce
en que cierto crepúsculo dorado
pusimos los levísimos sombreros
y unos versos leímos de Machado.

“A ti, Guiomar, esta nostalgia mía…”
Y en la tarde agravada tu voz honda
estremecía la hoja de los árboles
y el cristal de la brisa y de la onda.

Era hora de estrella y media luna,
de pío agudo, de croar de rana,
de guardián gigantesco y solapado
y de visera en la pelambre cana.

Cada estatua era Venus palpitante,
cada palmera recta era el Oriente,
mientras afuera el tránsito zumbaba
su ventarrón de coches y de gente.

Cuando se entrecerraba la corola
sobre la dulce gota del estigma,
cuando se ahondaban como dos aljibes
en mí la ingenuidad y en ti el enigma.

Ni la vieja escalera de ladrillos
húmedos, desgastados y musgosos.
Todo es argamasa y pedregullo
y barnices espesos y olorosos.

Patricio, arcaico parque de Lezama
cortado y recortado a mi deseo,
verdinegro por donde te mirare
salvo el halo de oro del Museo:

desde un bar arco iris te saludo
ahito de café y melancolía,
dejo en la silla próxima una rosa
y digo tu elegía y mi elegía.


(De Antología poética, 1915-1947)


*


EL MUNDO ES UNA GRAN ALGARABÍA...


El mundo es una gran algarabía
en la que todo es agudo ruido:
pregón, portazo, zapatear, chillido,
aplauso tonto y palabreja fría.

Hueco el sollozo y el reír falsía,
batuque en cada casa y cada nido;
y todo lo oye el indefenso oído
a herida sentenciado noche y día.

Debía estar prohibida la palabra,
sólo oírse la idea, si rezuma,
el tirón de la yunta cuando labra,

el remo al despedirse de la espuma,
y, por cauta, la uña de la cabra.
El beso, y poco más. Silencio y bruma.


(De Penumbra, 1951)


*


PRESENCIA


Cómo duermes, pequeña, en tu cunita,
cerca del fuego que te abriga y dora.
Te contemplo un minuto, media hora,
y tú sigues dormida, dormidita.

Un carro pasa, un leño azul crepita,
sube una voz del aire triunfadora,
y tú como si tal, mínima aurora,
la pestaña, ay de mí, casi infinita.

Eres la primordial indiferencia,
ante la expectativa, ante el anhelo,
hechos resignación, vueltos paciencia.

Soy tu primer poeta y soy tu abuelo...
Tal vez clames un día mi presencia:
búscame por la tierra y por el cielo.


(De Libro de Marcela, 1951)

 
*


CANCIÓN DE LUNA


En el aro ligero de la luna
canta para mí solo un ruiseñor.

A cada golpe de oro de su pico
brota en el aire una constelación.

Canta el pájaro pardo dulcemente
y se eriza de plumas y palor.

Cuando se pone el pecho más delgado,
dice mucho más clara su canción:

Morir, acaso, es continuar un sueño
de luna en luna, y de sol en sol.


(De Penumbra, 1951)


[Dedico esta selección - ¡en especial
el poema "Al Parque Lezama"! - a mi padre,
quien me transmitió el amor por la poesía
de Baldomero Fernández Moreno]

Córdoba, 7 de julio, 2011.

4 comentarios:

  1. Una elección maravillosa, Pablo. Y qué sabiduría la de tu padre que arrimó a tu alma la palabra de don Baldomero. Qué sabiduría que te impulsó a lo esencial y la belleza. Celia Clara.

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  2. Excelente selección, Pablo. Quien selecciona, en realidad, se elige a sí mismo, entre el cúmulo de versos y papeles... Por eso, todo es un "renovado hallazgo".
    Felicitaciones, querido colega!!!

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  3. Muchas gracias, Celia y Rafael, por sus palabras. Un abrazo para los dos, Pablo.

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  4. Muchas Gracias Pablo! hace tiempo que estaba buscando el poema " el mundo es una gran algarabía..." y no lo podía encontrar. Recuerdo haberlo leido en mi adolescencia pero sòlo recordaba parte del texto.
    Muchas gracias por tu buen gusto.
    Saludos,
    Cristina

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